Enfrentando Barreras
Unas cinco cuadras abajo del nuevo CAI está el viejo CAI del barrio, que ya no es eso, sino una biblioteca comunitaria: la biblioteca La Guaricha. Guaricha es, coloquialmente, una palabra utilizada para referirse despectivamente a una mujer que ejerce el trabajo sexual; pero, realmente, es un vocablo de origen cumanagota, una lengua indígena extinta del Caribe, que traduce “mujer”.
Guaricha, entonces, fue el nombre con el que se bautizó esta biblioteca ubicada en un CAI que fue objeto de múltiples ataques en su historia. “Aquí quedaba nuestro antiguo CAI”, cuenta Castañeda, sentado al interior de la estructura que hoy no tiene Policías ni armas, sino estanterías y una carretilla llena de libros, “el primer CAI fue en madera. Pero, sufrió un atentado, en los años 80, y se desintegró. Luego le hicieron un segundo atentado a otro CAI que construyeron más hacia el fondo. Después, en esta estructura, hubo dos atentados más”. En efecto, en los archivos de EL TIEMPO, se da cuenta de los últimos dos atentados del CAI, uno ocurrido en octubre de 1994 (a manos del ELN) y, otro, en junio de 1996.
La alcaldesa Claudia López, en medio de su recorrido por la localidad de Kennedy, pasó por La Guaricha y por otros puntos del circuito que ha consolidado Castañeda en Gran Britalia. Esa visita, dice el artista, motivada por su obra, fue la oportunidad para pedirle al Distrito que prestara atención a las necesidades del barrio: construir los andenes junto al parque Gilma Jiménez, tapar los enormes huecos que quedan justo en frente de La Guaricha, mejorar el esquema de aseo y atender los fenómenos de inseguridad y microtráfico.
“Gran Britalia es uno de los barrios más grandes que tiene Bogotá; pero tiene muchos parques de bolsillo olvidados, que no les han metido mano. La idea es seguir trabajando y tejiendo esto espacios. Por lo tanto es importante la ayuda de la alcaldía local que se debe fijar un poco más la mirada de estas zonas".